El programa de recuperación del lobo mexicano ha sido controversial desde su inicio. No solo desde el punto de vista social y político. Sino también por la falta de diversidad genética y la endogamia, ya que la población fue diezmada y declarada extinta en vida silvestre a finales de la década de 1970.
El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos y el programa de recuperación mexicano han trabajado en equipo para establecer el pedigree de los individuos existentes tanto en vida silvestre como en cautiverio. De tal forma, se ha logrado encontrar parejas con mayor variación genética entre ellas para que puedan aparearse y enriquecer la población.
Tal es el caso de una hembra nacida en 2013 en el zoológico de San Juan de Aragón (ciudad de México) y de un macho nacido en el California Wolf Center, que se han reunido en las instalaciones de la Sevilleta Wolf Management Facility en Nuevo México. Ambos están siendo rehabilitados para poder ser liberados en la vida silvestre en 2016 de acuerdo al plan.
Esperemos que este esfuerzo llegue a buen término y que en el futuro escuchemos el aullido del lobo mexicano con más frecuencia en el suroeste de los Estados Unidos y en el norte de México.
Actualmente se estima la población de lobos en vida silvestre en los Estados Unidos en alrededor de 110 ejemplares. En México la cifra aún es muy poca, pero alentadoramente en mayo del 2014, nació la primera camada de lobos mexicanos en libertad en el norte del país.